Acurdate, piadossima Virgen Mara deGuadalupe, que en tus celestiales aparicionesen la montaa del Tepeyac, prometiste mostrartu clemencia amorosa y tu compasin alos que te amamos y buscamos solicitando tuamparo, llamndote en nuestros trabajos yafflicciones. Ofrecindonos escuchar nuestrosruegos, enjugar nuestras lgrimas y darnosconsuelo y alivio. Jams se ha odo decir queninguno de los que hemos implorado tu proteccin,ya en las publicas necesidades, ya en nuestrascongojas privdas, pidiendo tu socorro, hayamossido abandonados. Con esta confianza acudimosa Ti, siempre Virgen Mara, Madre del Dios verdadero,y aunque gimiendo bajo el peso de nuestros pecados,venimos a postrarnos en tu presencia soberana,